Fue
momento inaugural, el de la primera menstruación. ¡Qué entrecruzamiento de
dolor e incertidumbre, de anhelos y decepciones! Siente de repente la niña, a
mitad de la clase de matemáticas, un corrimiento en sus entrañas, un revolcón
en sus vísceras que no sabe localizar y que la profesora diagnostica como
ataque de apendicitis. El mundo circundante pierde concreción, y la niña se
desangra entre vahídos, sofocada de soles que no existen, porque nos hallamos
en pleno mes de diciembre. ¡Qué momento para la eternidad, el de la niña
traspasada por el sable de su primera menstruación, desvanecida en brazos de
esa maestra que no ve más allá de la cuadratura del círculo y el tres catorce
dieciséis! ¡Qué flor de improvisada densidad el flujo que le sale de dentro y
le va mojando las bragas y más tarde el pantalón vaquero! ¡Qué charco paulatino
el de la primera menstruación sobre la silla del pupitre! ¡Qué planeta de
sangre! Hay que esperar a que una compañera de clase (generalmente repetidora)
caiga en el enigma de la hemorragia y aporte una minievax firme y segura, un
tampón, una esponja, un papel secante, lo que sea, para restañar esa herida que
volverá a abrirse cuando la luna complete otro ciclo. ¡Qué coño tan digno el de
la niña que padece su primera menstruación! ¡Qué ovarios los suyos, íntimos y
recogidos en su vientre todavía intacto, qué llanto el de la sangre luctuosa
que llora por ese primer óvulo que murió sin haber sido fecundado!
Nanaqui,
ojalá pudiera volver a vivir mil veces ese momento en los muelles y
cada hora de esa noche. Quiero sentir otra vez tu violencia y tu
dulzura, tus amenazas, tu despótico poder espiritual… el miedo que me
provocas y las alegrías punzantes. Miedo porque esperas tanto de mí…
eternidad, lo eterno, Dios… esas palabras… todas tus preguntas. Quisiera
responderlas con ternura. Si te parecí esquiva, fue solo porque tenía
mucho que decir. Siento que la vida es un ciclo, una larga serie de
sucesos, un círculo y no puedo separar un fragmento porque me parece que
los fragmentos no significan nada. Pero todo parece resolverse,
fundirse en un abrazo, en la confianza en los instintos, en la tibieza y
fusión de los cuerpos. Creo totalmente en lo que sentimos cuando
estamos juntos. Creo en ese momento en que perdemos toda noción de
realidad, en la separación y enajenación de nuestros seres. Cuando
cayeron los libros, sentí alivio. Después, todo se volvió tan sencillo…
hermoso y dulce. El tú que casi causa dolor, porque el lazo es tan
apretado… el tú y todo lo que me dijiste… Recuerdo la ternura y recuerdo
que estabas feliz. El resto es solo la tortura de nuestras mentes,
fantasmas que creamos… porque para nosotros, el amor tiene repercusiones
inmensas. Debe crear; tiene significado profundo, contiene y dirige
todo. Para nosotros tiene la importancia de estar mezclado con nuestros
impulsos. ¡Es demasiado importante…! Lo confundimos con la magia, con la
religión…
Cuando nos sentamos en el café, ¿Por qué pensaste que me distanciaba
de ti? ¿Sólo porque estaba alegre, jubilosa…? ¿Jamás aceptarás esas
corrientes subterráneas mías…? Nanaqui, debes creer en el eje de mi
vida: la expansión de mi yo es inmensa; engañosa sólo en la forma. Ojalá
pudieras leer mi diario de infancia para saber lo fiel que he sido a
ciertos valores. Por ejemplo, cuando reconocí en tí a un ser majestuoso
en un reino que me ha perseguido toda la vida.
Nanaqui, esta noche no quiero agitar ciertas ideas… sólo quiero tu
presencia. ¿No te pasa lo mismo, esto de elegir un momento amado
(nuestro abrazo en los muelles) y aferrarte a él? Cierro los ojos y lo
evoco intensamente, como en trance, y ya no percibo la vida presente,
nada, nada sino ese momento. Y después la noche, la sucesión de tus
gestos, la fiebre, el desasosiego, la necesidad de volver a verte, una
gran impaciencia…
Llegaron por la noche en circunstancias aun no
reveladas. Los gritos se quedaron todo a lo largo de la memoria. El Sexo en
tiempo real El Generar contenidos
propios Parece fueron los eslóganes de aquel tiempo. Alguien ahogó a
un cactus desde ahí. Murieron muchos. La recurrente actitud totémica de Ícaros
intentos y de ver chamuscarse aerodinámias. Mariana dice: “Me gustaría sentarme en una de esas. Ver como
desaparece”. Murieron Todos Los Creadores. Quedaron unos pocos seres
autonomizados, y algún robot sensible.
El niño juega. Esconde en una caja metálica un
objeto preciado. Precioso.
Se dispone el éxodo a un paisaje salvaje.— Violines
entonan una melodía emotiva o diáfana.- Ahora corre. Él niño vivencia su vida
como una película. Velozmente. Corta,
la reproducción de vida de tan, tan pequeña duración
de experiencia.
Niño salta
en el lugar. Expone al aire un objeto inanimado.
Se viste de personaje secreto.Escaleras
arriba será la final.
Expone la sonrisa al aire que lo mira. Canta. Y
luego baila un poco.
El niño, recuerda el objeto guardado en la
caja y cree ser un objeto adentrándose en una caja
El salvajismo de la empatía bruta
A dios gracias
Juega el niño a matar a la humanidad a ser
gentea ser parte
Se abre el telón y llega la magdalena en una
bandera enfundada vestida de colores históricos A todo el mundo se le llenan las
visuales de líquido turbio
Y pronto Entonces El niño se desviste de
colores fatuos
Escala el rio y el lago y la piedra Y llega a
donde los besos se reproducen sin tensión