viernes, abril 17, 2009

hoy critico Leo:



“Busco el corazón de la bestia que hay en mi

organismo/

le busco el latido más profundo/

intento matar a eso que late en su centro/

temo que pueda revivir, por eso busco ahí,

y no,

en algún otro pantano más superfluo/

odio/

realmente odio a ésta bestia!”.


Una real porquería. Así como un desliz de mono endiablado. Aquella desinencia absurda de palabras monocordes que tanto éxito tienen en las librerías llenas de monos; de monas que, se coquetean entre dientes y en la gola un manto putrefacto de malolientes coágulos de decir. Damocles… aduladores…

("Para aquel que ve una espada desenvainada sobre su impía cabeza, los festines de Sicilia, con su refinamiento, no tendrán dulce sabor, y el canto de los pájaros, y los acordes de la cítara, no le devolverán el sueño, el dulce sueño que no desdeña las humildes viviendas de los campesinos ni una umbrosa ribera ni las enramadas de Tempe acariciada por los céfiros."

Horacio, Odas III, 1)

La Justicia llegará. Y no es éste escrito la gloria alguna. Sino la redención de un maldecir a andanadas feas con olores a excéntricos vahos del oriente. Allí donde el cristal se ciega. Allí donde la luna mengua de lastima y asco. Si hasta convendría decir: caca, en lugar de pantano y bosta. Bocales caídas de lujosos anos reales. Como los vistos por los invitados al banquete de hoy: buscadores de preciados pétalos de espantos perezosos y luchadores de sus putos culos. Al encanto mi reino abandono.



1 comentario:

Gabriel dijo...

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