sábado, junio 22, 2013

una y 52


una y 52 minutos la seorita despide al seorito. se le monta a las caderas como si el mundo no existiera. pienso en sacar una foto. no. la vida pasa ante mis ojos. me siento agradecido de haber podido ver esto.

):((:) CUCHARITA



despierto
cucharita
beso tu cuerpo entumecido
tu hombro celeste, Roja

Un río pasa a los pies de la cama
no está revuelto
solo corre hacia la puerta

Sin abrir los ojos sonrío
me visto con los recordados pantalones
azules

enfilo al sur de mi

boca abajo,  ella



"el dscrt ncnt de la burguesia"

Señora, mandé los 8 regalos a la tintorería y, Matu, en el jardín, duerme. 



jueves, junio 06, 2013

APUNTES PARA UNA BIOGRAFÍA MÍNIMA I



El hombre amaba perderse en la ciudad en que vivía. Se sabe que la madre amaba el piano, que el padre fue vendedor de telas, que en la casa había varios chicos, uno de ellos paralítico, y que todos jugaban en la Avenida Utopia. Eran juegos terrestres con pretensión de plegaria –como todos los juegos– y los niños los proferían como si fueran magos o trapecistas
o amaestradores de pulgas en el circo fabuloso de su edad. Ahora los chicos habían crecido y el hombre trabajaba en el sótano. Se había rodeado de metonimias de su propio cuerpo y con ellas armaba cajitas que contenían el mundo que, como se sabe, contiene todo, incluso los chicos tullidos. La ciudad, mientras tanto, existía, ni más ni menos que él. A veces le subía la fiebre y esos días eran fabulosos porque las calles se llenaban de objetos cada vez más efímeros (más imprescindibles) y el hombre salía, enfundado en su propio asombro, como si fuera un lenguaje o una luna cualquiera. En su cabeza, nada se había movido. Aún la madre hacía pasteles, el jardín se atestaba de ositos de trapo y el sótano ardía como la silla de ruedas cada vez que el hermano pedía una estrella o cualquier otra cosa, igualmente imposible y maravillosa.



MARÍA NEGRONI - ELEGÍA JOSEPH CORNELL

lunes, junio 03, 2013

DE LA ELEGANCIA MIENTRAS SE DUERME de VIZCONDE DE LASCANO TEGUI




4 Diciembre 18...

        He sentido al nacer el deseo de corregir esta naturaleza humana que sentía frágil e imperfecta. Mi vida luego la he consagrado a esa sola intención. La lógica no ha secundado mis esfuerzos. La lógica debe resentirse de la misma imperfección: es también humana. La lógica aconseja echar agua sobre el fuego para extinguirlo. Yo he ensayado apagar el fuego colocando un frasco dentro de una cartera.
        No lo he conseguido.
        De este fracaso me queda el consuelo de haber ensayado un procedimiento personal y que no se lo debía por cierto a la lógica de los hombres, que si saben apagar el fuego, no saben en cambio ser felices. Yo he querido ser feliz. Tenía que seguir necesariamente otro camino.
        No hubiera discutido con nadie el problema. Me parece pasado de moda. Pero para mí me he dicho: ¿Tengo un alma? Sí. Y, ¿qué es? ¿Una silueta imperceptible de mi persona viajera, externa, inconsútil, vaporosa, etc.? Estas son formas consecuentes a la lógica humana. El espíritu se desprende de la materia, si no es ella misma, no tiene ni vida, ni color, ni figura, ni nada. La lógica de los hombres es la lógica de los niños de Macedonia, donde nacieron los filósofos, la misma que la de los niños de Manaos (Brasil).
         
        Mi madre nos cortaba y cosía la ropa y jamás nos bordó letra alguna ni puso mayor cuidado en nuestras camisas que en el dobladillo de un trapo de cocina. A pesar de sus olvidos de civilizada, crecí fuerte, lo mismo que mi pobre hermano, aquél que sirvió para experimento.
        Esa mujer que cumplió con su deber tenía el temperamento de un artista y por eso fue simple en las ropas que hizo para vestirnos. Yo quisiera escribir mis cartas sin dobladillo, con su misma sinceridad y sencillez.




De la elegancia mientras se duerme (Bs.As., 1923, con traducción al francés, en 1927; Reedición de la Editorial Simurg, Buenos Aires, Argentina, 1997, de donde se tomaron los extractos que presentamos.)