“Me gusta más vivir que trabajar. No considero que el
trabajo que hice tenga importancia desde el punto de vista social en el
porvenir. Entonces, si usted quiere, mi arte sería vivir, cada segundo,
cada respiración es una obra inscrita en ninguna parte, que no es
visual, ni cerebral. Es una suerte de euforia constante”. "El silencio
es la mejor producción que se puede hacer: uno no lo firma y todo el
mundo saca provecho de él”. “No quería que me llamaran “artista”, sabe.
Quería aprovechar la posibilidad de ser un individuo, y supongo que lo
he logrado, ¿no?
“El arte no me interesa. Quienes me interesan son los artistas.”
“Nunca
me interesó el hecho de mirarme en un espejo estético. Mi intención
siempre fue alejarme de mi mismo, aunque sabia perfectamente que me
estaba utilizando. Llámelo un pequeño juego entre “yo” y “mí”.
“Nunca distinguí entre mis gestos de todos los días y mis gestos del domingo”.
“Uno sencillamente sigue una carrera que le divierte más que otra, sin reflexionar mucho sobre la validez de lo que hace”.
“El azar puro me interesaba como una forma de ir contra la realidad lógica”.
“Evidentemente, esperaba que eso no tuviera sentido, pero, en el fondo, todo termina teniéndolo”.
“Picabia,
Man Ray y yo (…) sentíamos la contradicción entre el confort en que
vivíamos y el conflicto que desgarraba Europa. Nuestro trabajo era una
expresión de nuestra alegría de estar allí”.
“Juego día y noche y nada me interesa más en el mundo que encontrar la movida correcta”.
“Rose
Sélavy nacida en 1920 en N.Y. ¿apellido judío?, cambio de sexo. Rose
era el nombre más “feo” para mi gusto personal y Sélavy el juego de
palabra fácil. C´est la vie (Es la vida)”.
“Estoy
harto de ser pintor o cineasta. Lo único que me interesaría ahora es
una poción que me hiciera jugar divinamente al ajedrez”.
“Nunca
terminé el Gran vidrio porque después de haber trabajado ocho años,
probablemente empezaban a interesarme otras cosas. También estaba
cansado. Debe ser que, de forma inconsciente, no haya pensado nunca en
acabarlo, puesto que la palabra “acabar” implica la aceptación de
métodos tradicionales y de todo el embrollo que los acompaña”.
“Sin
importar dónde me encuentre, tengo la impresión de estar en una sala de
espera. Es cansador, porque el tren siempre trae mucho retraso”.
“Compré un cuadro mío (…) Luego volví a venderlo, uno o dos años después. Era muy divertido. No me demandaba mucho trabajo.
Ya sabes, en la vida, hay dos ámbitos de acción. Uno dedicado al entretenimiento, el otro a la creación”.
“Al final del juego, podemos borrar el cuadro que hemos estado haciendo”.
“La
“victima” del eco estético está en una posición comparable a la de un
hombre enamorado, o a la de un creyente, que rechaza espontáneamente las
exigencias de su ego y que, desvalido, se somete a una obligación
agradable y misteriosa”.
“Nada como una muerte para poner al día la estupidez del resto de los humanos”.
“Quizás uno tenga que esperar cincuenta o cien años para llegar a su verdadero público, pero ese es el único que me interesa”.
“Estoy
en contra de la palabra “anti” porque es algo así como “ateo” comparado
a “creyente”. Un ateo es casi tan religioso como un creyente, y un
antiartista casi tan artista como un artista. Si pudiera cambiar los
términos, “anartista” sería mucho mejor que “antiartista”. Anartista,
que significa no artista en absoluto. Esta es mi idea. En realidad, yo
quiero ser un anartista”.
“Pero,
en fin, hay una cosa que, seguramente, existe: por decirlo de algún
modo, se trata de abrir la puerta en lugar de controlar todo lo que
hacemos con palabras explicando lo que vamos a hacer o lo que querríamos
hacer. No explicar nada. Dejar, dejar hacer”.