jueves, junio 06, 2013

APUNTES PARA UNA BIOGRAFÍA MÍNIMA I



El hombre amaba perderse en la ciudad en que vivía. Se sabe que la madre amaba el piano, que el padre fue vendedor de telas, que en la casa había varios chicos, uno de ellos paralítico, y que todos jugaban en la Avenida Utopia. Eran juegos terrestres con pretensión de plegaria –como todos los juegos– y los niños los proferían como si fueran magos o trapecistas
o amaestradores de pulgas en el circo fabuloso de su edad. Ahora los chicos habían crecido y el hombre trabajaba en el sótano. Se había rodeado de metonimias de su propio cuerpo y con ellas armaba cajitas que contenían el mundo que, como se sabe, contiene todo, incluso los chicos tullidos. La ciudad, mientras tanto, existía, ni más ni menos que él. A veces le subía la fiebre y esos días eran fabulosos porque las calles se llenaban de objetos cada vez más efímeros (más imprescindibles) y el hombre salía, enfundado en su propio asombro, como si fuera un lenguaje o una luna cualquiera. En su cabeza, nada se había movido. Aún la madre hacía pasteles, el jardín se atestaba de ositos de trapo y el sótano ardía como la silla de ruedas cada vez que el hermano pedía una estrella o cualquier otra cosa, igualmente imposible y maravillosa.



MARÍA NEGRONI - ELEGÍA JOSEPH CORNELL

No hay comentarios: