martes, mayo 17, 2011

3 movimientos











Noche. El auto esta estacionado (frente al teatro). El futuro conductor-varón toma de una petaca, resalta fantasmal, un trago con algún tipo de alcohol. El auto conducido avanza. A la vuelta de la esquina las compañeras de la oficina aun ríen con fuerza por un detalle a la hora de cambiar sus ropas antes de salir del trabajo; es decir, no tengo idea del porque. La noche tiene el tono de la incongruencia. Leo en subteterraneo, lleno, después de pispiar tapas de libros (subte que olía a orín y cadáver); ediciones en su mayoría feas, hermosamente expuestas a la perversa vista de los peatones; libidinosos, pensé. Al azar aparente, abrí, y leo:

“Te miré el culo con tanta pasión que el cielo se me vino encima
Que el engranaje del mundo me (te) guiñó en la orilla del tango
Que el sol se secó como una gota de vino en mí

Mina abierta de ojos cerrados al mar de dudas de mi evidente elección
por ella

Mi falo directo al cuore
Abierta la muela de su ser ante lo mío
_ Mimí mía _ La subo
a un pedestal de miedos
de níquel y de demencia joven
Obscenamente mía y de ella
La nuestra”

La verosimilitud demostrada de pasajeros mohosos lustrados o no, histéricos o dormidos, se ve contaminada o corrompida con el libro que cierro; deformados forman filas a los costados del vagón sin gente ya; ahora la masa amorfa de abrigos y camperas; de sombreros y ipods, se apila en el lugar donde se unen los recuerdos con los festejos de una página más. Informe tupido mandado desde el celular de ultima generación con una escena de teatro “quien quiera entrar, que entre” y después, vemos. Informe también sus vistas, entiendo. Corrupto níquel...: Escape imposible. Apresada gente en bola humana en subte B. El aparente cause, es joven de libro en mano delgado alto de mirada torva. Diarios y folletines nada dirían de sucesos tan poco comprobables.
Orgiástica belleza del mundo corrupto. Si. Deberíamos vender armas; y que se maten los negros en África; casarnos con dos señoritas púberes virginales. Pero nuestra moral no esta a la altura, no. Nos consideramos y vemos solamente como pequeños sujetos que hacen pequeñas cagaditas; señores de sombreros de alas no muy anchas con teléfonos conectados. Matar al padre; cojer a la madre… el hombre del auto, gira a alta velocidad por una calle oscura. Presiona algo dentro de su pantalón con una mano, sin ver. Se silencia todo, en dos instantes.


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