jueves, noviembre 19, 2009

tres cosas de Narcisito



sufre palomita que mandada es por los inteligent es patos.
Canta, baila, y llora.

tres cosas

Enloquece otro
Enloquece. El juego se presenta de piernas cruzadas como la pena de una mujer que me mira mal, y yo.
La pretendo sin tesón. Es un capricho. Otro juego.
Los tipos me ven y no se ve que atiendan a mi halo de bru
ma. Soy tan protocolar en esto de inventarme.
Soy profesional les pienso decir. Callo. Tanto que les explota la cabeza. Y de nuevo miro los pedazos de sesos, ahí y allá...
Me da cierta pena a veces. Pero, no ahora. Me divierto. Me enloquezco (ofrezco) con la música que suena en mi mente. Estar en el mullido sillón es un gran logro. Una llamada de atención para ellos que me odian a cada momento más y más.
Voy a ir a por la obtención de una bebida imposible, de aquella forma a boca con que los elegidos sabemos tomar lo nuestro; sin tocarlo
siquiera. Poseemos el mundillo todo, sin esfuerzo.
Gabbo se durmió. Y yo lo velo.
Enloquecé
Tanto que te duelan los párpados de mirar. Ver. Observar. Tanto como para saltar sin sentido a la vida. Como hervirte la sangre con nestum. Como para-ra verte a vos misma sin alivio. Como para romperte entera y no juntar los pedazos de sombras que sos.
Porque no. Volverte loca/o. Reíte de los demás que habitan en tus mas desquiciados sueños. Verte prendidos los ojos.
Este es un texto de ver. De más.
Palabras que se niegan al decirse. Para estar locas de atarse en las cornisas y no saltar, que es eso, y no otra cosa , lo que hay que hacer. Volverte loca. Y ya sé que ya fue dicho. loco. Y eso:
Se durmió y yo lo velo. Lo mato. Le sirvo una copita de oporto. Le ofrezco mi idiotez. Mi boludear y que me juzgue. Que se prenda a la teta del sentido si quiere. Tanto que se le deformen los dientes. Como en un pintor,
morir en díptico.

O Placeres Cotidianos



El placer es inmediato, parece decirme, aquel, que parece decir
Vos no sabes lo mugroso que estoy y lo bien que me siento.
Para cuando la cosa aflojó ya estaba ella medio mirándome como cuestionando un aspecto mas bien primitivo de mi persona. Una rotunda falta en el aseo y mi clasificación de piropos obscenos con los que pretendo levantar chicas y señoras mayores, pero en buen estado general. Ella se enoja mucho. Me dice que no diga sandeces y que a las minitas no se las levanta nadie, que no son papelitos en la vereda. Me insulta. Pelotúdo. Me quiere, también. Que soy un desubicado, que no me meta con su madre... cosas así.
Llora.
Acabamos de tener relaciones sexuales. No le gusta que diga cojer. Y cuando digo coito, directamente no me habla.
Le gusta apretarme los granitos. Su placer sádico, entonces, es evidente. Como matar piojos en el poema de Vallejo, con las uñas.
Que cocine, eso si. Que le hable poco y pasional. Eso.



FIN



Epilogo

En este tríptico, los logos se vieron abrumados. Se vieron; la bronca; los deseos; la rebelión tenue; los soles rotos.

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