- mi hermana muerta, Adriana, se temía a si misma
cuando vivía.
- ...
- Padecía el terror de no ser una sola, de
multiplicarse: ella era todos los demás. Si discutía con otra persona, ella era
también la otra persona. Si iba al
teatro, los actores y los espectadores eran ella, ella muchas veces. A esos
otros seres en que se proyectaba los consideraba enemigos. En ciertas ocasiones
desaparecía: no podía encontrarse, ni en el espejo, ni en la cama, ni dentro de
su ropa. Entonces su pavor funcionaba al revés: no era ni una ni muchas, era
menos que una, se había borrado.
Antonio Di Benedetto_ Los Suicidas.
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