En banco de plaza*
los
amigos estaban sentados a un banco de distancia.
rica
agua, le dijo uno al otro.
no
puede ser, le respondió algo indignado.
que
cosa?.
lo
del agua.
Que?.
lo
del agua rica.
ya
se.
entonces?.
esta
rica el agua.
no.
si.
no.
si.
estuvieron
así un buen rato.
desde
la barranca se oyeron unos pasos cadenciosos, o al menos les llegó el
sonido de pies descalzos avanzando por el camino, que traían el
cuerpo de la mujer con el viento.
-de
alguna estación, el viento piadoso, nos trae a esta mujer, para que
cesemos en nuestra estéril discusión, que solo penas nos podrá
causar. intentó
uno.
-no
vaya a creer, mi dilecto.
la
mujer ya se encontraba junto a los amigos y ensayó una aproximación
factible.
-queridos
hombres que juegan a ser niños como en sus primeros días. Beban de
estos afluentes del lacto producto. y abrió su escote, entre ambos,
inclinando su cuerpo hacia delante, ofreciéndose.
el
silencio se hizo sustancia.
alguna
magia alquimica proyectó su fruto sobre ellos.
el
tiempo raro, así como lo trascendente lo torna, se presentó. los
amigos se miraron, primero de soslayo, luego de frente; por fin a la
mujer.
Y
siguieron discutiendo.
* texto que compone la “ trilogía de
bancos de plazas”.
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