a MM.
Época Olor Flor
"Ni siquiera la grandeza de decirlo
fácilmente (les doy): Cuanto mas sofisticada es la mente de una, menos
probable me parece la posibilidad de enamorarme", tiró como al
podrido aire de la ciudad de tres vías Y 6 y cuarto de la tarde la Tal MM. Eterna sonrisa.
Yo, lo excretaría así: "Ya no creo
poder enamorarme". De esta forma.
Gotéa la napia de Lucho y pesto, en la
olla de Bruno de Martita. Fideos sin tuco. Esperamos que nos llamen
del certamen sin solución otra que ingesta indiscriminada de litros
de ”o.h.o.”. Pronto, por no decir en un rato, voy a apagar la
tele y me voy a ir.
Unas pocas veces temo de mi mente (no
de la de “M” que me gusta y no sé por qué). Y no temo un huevo!,
me chupo un poco de un bidón en la calle y me cago de miedo otro
poco y porro, pero de tanto en, a veces.
Me miro y me fritó otro huevo y saco
cuentas para que ni uno ni otro queden poché. (Lo que es imposible,
casi).
Me encuentro me, diciendo me, no digas
gerundios y los escribo constantemente en los baños públicos; sobre
las puertas y paredes, dando datos, fundamentos para un llamado
futuro y la concreción de un negocio. Tramité, administrativo de
sexo y vida y banco y dinero. Y teléfono. Mis gerundios y. olor a
flor de su cadera "M". recostada en la gránula de olfato de la tarde de
ciudad. Porno estrella naif. Hollywod del buen aire. Corazón bebe.
Nonato. Albañilería intelectual que teme ella sí, lugar común de
la apariencia, no poder enamorarse ya más. (De un ser humano porque
de animales siempre pudo). Reporter, eso. Época olor flor. Carrera.
Sanguchito.
No hay comentarios:
Publicar un comentario