martes, junio 30, 2015

de DE LA ELEGANCIA MIENTRAS SE DUERME de VIZCONDE DE LASCANO TEGUI




El primer día en que confié mi mano a una manicura fue porque iría en la noche al "Moulin Rouge". La antigua enfermera me recortó los padrastros y esmeriló las uñas. Luego les dio una forma lanceolada, y al concluir su tarea las envolvió en barniz. Mis manos no parecían pertenecerme. Las coloqué sobre la mesa, frente al espejo, cambiando de postura y de luz. Tomé una lapicera con esa falta de soltura con que se toman las cosas ante un fotógrafo y escribí.
        Así comencé este libro.
        A la noche fui al "Moulin Rouge" y oí decir en español a una dama que tenía cerca, refiriéndose a mis extremidades:
        —Se ha cuidado las manos como si fuera a cometer un asesinato



 

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