domingo, septiembre 13, 2015

Verduga






Una Mujer Mecánica me lee un libro. Un puñado de sal en el cuenco q formula su derecha (mano), no puede ser una buena señal del destino (para mi). Yo, como babosa lerda   pero deseosa, sigo la línea q dejara aquel q no conocí: entidad ontológica mística fantasmal oracular y creadora de un mito de origen perdido (como un paraíso-prisión de certeza): hacia ahí voy. O, al menos   intento.   Teniendo en cuanta la violencia con q representa un muro ante mi gomoso cuerpo de invertebrado con su mano desarmada restante, con q obstruye mi cadencioso fluir  viscosa goma q dejo donde ando   lluvia fatal q quiere darme   hacerme pisar por ese decante  
ella, mi Verduga. La sal. (Pensar largamente en el uso de la rejilla en este  texto q estoy escribiendo). - me voy a dormir sentado sobre la rejilla de la rendija del desagüe   sobre una silla de mimbre en equilibrio: sentir la vacuidad del caño allá abajo Su hedor y negrura  El limite La bisagra q divide las aguas como por la densidad El río El mar Escoba ella, mi Verduga, q me barre a la fosa Me libera...

(crear una genealogía ilógica o impura para sobrevivir) Papá q fue mi mamá así mismo / tons este libro es el primer libro /: Un polvo ya pronto serás

Te tiran la yerba
Te vacían el mate...

el desflore se dio en la semana primera en donde los globos oculares fueros lascivos







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